ESE DIFÍCIL LEGALISTA


"La ley sin amor, asfixia. El amor sin ley, deforma"

Aunque hay quienes contraponen de alguna manera la Ley y el Amor, desde una perspectiva bíblica estos dos conceptos nunca aparecen separados. Más bien la Escritura enseña que la ley de Dios es una expresión de su amor por la creación, de manera especial por los seres humanos, quienes hemos sido creados libres.

La crítica común es contra el legalismo, pero muy pocas veces este término se usa de manera precisa. Te propongo que revisemos QUÉ ES EL LEGALISMO analizando algunas de sus características, veamos algunos ejemplos que nos ayudarán a personificarlo y, finalmente, meditemos en cuánto aplica a nuestras vidas.

DEFINAMOS "LEGALISMO"

El legalismo es anteponer la ley a cualquier otra cosa, incluso personas, en toda situación. En un sentido más específico, legalismo es la doctrina que enseña que la salvación está sujeta al cumplimiento de ciertos requisitos. 

Comunmente se llama legalista a la persona que se mantiene firme y manifiesta inflexibilidad en convicciones y posturas relacionadas con la ética y la verdad bíblica; pero este es un error.

Quisiera que me acompañes (con tu Biblia en mano, o en el celular) a echar un vistazo a la carta de Pablo a los Efesios. Esta epístola es conocida como un tratado por excelencia sobre la naturaleza de la iglesia y su llamamiento.

Los primeros 3 capítulos de esta carta están dedicados a explicar de forma gloriosa "las riquezas de la gracia de Dios en Cristo Jesús"; aquí encontramos declaraciones que resumen los pilares de la cristiandad. Pero, a partir del capítulo 4 (y recordemos que originalmente la epístola no está dividida por capítulos, por lo que debe llamarnos la atención que es parte del desarrollo de un mismo pensamiento), el mismo apóstol explica de qué manera la gracia tiene que hacerse visible en la forma en que los creyentes viven, en conjunto y como individuos, abarcando las relaciones en la iglesia, el uso de los dones, la relación con los incrédulos, la conducta doméstica, la administración del trabajo, la forma de hablar y los temas de conversación, etc.

Si estás leyendo (o leíste alguna vez) estos versículos te darás cuenta que la vara ha sido puesta muy alta en cuanto a la ética y conducta cristiana se refiere.
¿Dirías que el Apóstol Pablo era un legalista empedernido? ¿Cómo puede estar esto ligado tan estrechamente a la exposición de la gracia sobre-abundante que se explica inmediatamente antes?

¿QUIENES Y QUIENES NO?

Para poder ejemplificar esta diferencia pensemos en lo siguiente:
Juan el Bautista predicaba un mensaje directo, acusando al mismo Rey Herodes de su pecado, anunciando el arrepentimiento (bautismo) para el perdón de pecados. ¿Decimos que Juan era legalista?
Jesús no dudó en señalar lo que estaba mal en el corazón de sus contemporáneos, siempre ofreciendo perdón y una nueva oportunidad a quienes confíen en él, mostrando cómo debe lucir un verdadero hijo de Dios ¿Solemos decir de Jesús que era legalista?
Como dijimos, Pablo (como todos los apóstoles) predicaron el evangelio con total claridad, sin diluir ni negociar las verdades cristianas y exponiendo por medio de la Escritura el pecado de su generación; también enseñaban que en Cristo podrían encontrar "tiempos de refrigerio" si se arrepentían, y en sus cartas leemos cuál debe ser la conducta de los cristianos una vez que han nacido de nuevo ¿Predicamos que ellos eran legalistas?

Por otro lado, estaban los siempre mal vistos FARISEOS (que de una manera injusta se ha creído que todos eran perversos). Algunos no tenían más intención que ostentar poder político y un lugar de privilegio en la sociedad; otros eran genuinos en su "celo" por las doctrinas de sus padres, tal es el caso del mismo Saulo. 

En cualquier caso, ellos erraban en un concepto fundamental: El propósito de la Ley

El mismo Pablo explica que la ley es buena si se usa como es debido (1 Timoteo 1.8) y tiene un objetivo específico, que podríamos explicar aquí en 3 momentos; y que consiste nada menos que en hacer evidente el pecado, convencernos de nuestra incapacidad para ser salvos y, en consecuencia, conducirnos a Cristo.
Los fariseos, que sí eran legalistas realmente, cometían 3 errores en relación al uso y la comprensión de la ley: 

a) La aplicaban para los demás, pero no para sí mismos.
Una persona legalista tiene conocimiento de la Palabra, la interpreta bien, pero jamás se escudriña a sí mismo sino a quienes le rodean.

b) Estaban justificados a sus propios ojos.
Como resultado de lo anterior esta falla era de esperarse. Los fariseos siempre se encontraban en línea según sus criterios, administraban la ley de tal manera que ellos siempre salieran aprobados por la misma. La persona legalista hallará la manera de explicar cómo sí cumple con los requisitos de la ley.

c) La vivían de manera superficial, sin entender su espíritu.
La falla más común pero menos evidente de los fariseos y de los legalistas siempre es anhelar el cumplimiento de la letra escrita, ignorando la razón y el propósito por el que fue escrita. Todos recordamos como Jesús había sido acusado por sanar a los enfermos en día de reposo, ese es un claro ejemplo de lo que decimos aquí.
Los legalistas se preocupan por el cumplimiento del mandamiento en sí, no por lo que dio lugar al mandamiento. Por ejemplo: Muchos cristianos creen estar libres de la idolatría por no tener figuras en sus casa, pero sabemos que se puede tener más ídolos (el dinero, una persona, un ministro famoso, incluso el ministerio).

LA IGLESIA SECULARIZADA Y LOS LEGALISTAS

La secularización de la iglesia es un asunto antiguo y merece que lo tratemos en otra oportunidad.

¿A qué nos referimos con esto?
Estamos diciendo que la iglesia adopta una cosmovisión secular (perteneciente al mundo y a las cosas del mundo) y absorbe formas que no corresponden a su naturaleza espiritual y su llamamiento divino. Esto siempre ha pasado y seguirá sucediendo.

Ante esta situación aparecen dos problemas reales:

1. Los legalistas de pura cepa asumen una postura sumamente crítica contra la iglesia (a veces contra el cristianismo en general); se convierten en detractores de todo lo que ella hace. Estas críticas generan confusión, desaliento y perjuicio para la obra del Evangelio, aunque las críticas estén bien fundadas.

2. El sector secularizado de la iglesia se irrita con cada crítica que recibe aún de aquellos que sin ser legalistas señalan los excesos y previenen sobre los peligros del rumbo que ha tomado la obra. A estos la iglesia secular acusa de legalistas y desoye el mensaje que predican.

Inevitablemente nos encontramos en uno de estos tres grupos:

Siendo legalistas, aferrados a las tradiciones, señalando y acusando sin contemplaciones, colocándonos en una función que no nos corresponde.

Dentro de la iglesia secularizada, encantados por el glamour de este mundo, buscando parecernos a lo que él ofrece; rechazando todo tipo de advertencia, consejo y exhortación.

Entre los que anuncian las verdades y principios bíblicos, entendiendo los tiempos y las urgencias, dispuestos a dar oportunidades y a colaborar con el verdadero crecimiento de la obra de Jesucristo.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

¿La santidad es una meta a la que aspiras con emoción o una carga que te entristece?

¿Cuál es tu reacción frecuente cuando pecas?

¿Cómo tratas a los demás cuando pecan?

¿Cómo resumirías, en dos renglones, el mensaje del Evangelio que predicas?

Dejanos tu comentario y no olvides suscribirte para recibir notificaciones.
Compartí con tus amigos en las redes.

Comentarios