PROYECCIÓN: ELEMENTO NECESARIO PARA EL MINISTERIO EFICAZ



"Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire". 1 Corintios 9.26
La Biblia enseña siempre que Dios bendice los proyectos que han sido previamente planificados. Pablo es un ejemplo (entre muchos) de la importancia de pensar estratégicamente.

Existe una discusión, a veces pública y a veces como un conflicto interno, sobre cuánto debemos intervenir con nuestras capacidades y proyectos en el desempeño del ministerio.

Esto se debe a dos posturas opuestas entre sí:

Por un lado hay quienes, de manera sensata, sienten que planificar es actuar humanamente y no confiar en la providencia de Dios para el desarrollo de su obra. De fondo hay un sincero deseo de hacer las cosas a la manera en que el Señor lo pide y estas personas no quieren interferir en el plan eterno ni en las maneras en que se desarrolla. En general ellos están conscientes de las verdades bíblicas acerca del corazón humano, sus desvaríos, sus inclinaciones engañosas, sus deseos tendenciosos al mal, etc.

Por otro camino transitan quienes creen que la falta de planificación es una muestra de irresponsabilidad en la administración de los dones que Dios nos regala, además es una manera práctica de negar y renunciar a las capacidades (naturales y sobrenaturales) que el Creador nos da precisamente para participar activa y concientemente de la extensión de su reino. Estos creyentes recuerdan que desde Génesis Dios incluyó al hombre en sus propósitos y le dio facultades para ejercer libre y voluntariamente la tarea para la que ha sido creado.

La verdad es que lo mejor que podemos hacer es buscar un equilibrio entre estas dos posturas que, al analizarlas por separado, parecen tener razón.

PROYECCIÓN Y PROVIDENCIA

Llamamos proyección al sistema conjunto formado por la VISIÓN, las METAS, los OBJETIVOS, los MÉTODOS y la MEDICIÓN; mediante el cual podemos planificar qué hacer y cómo hacerlo de la mejor manera.

La Providencia, mientras tanto, es todo aquello que Dios nos da gratuitamente: ministerio, dones, recursos, fuerzas, etc.

Aquí es necesario que pensemos en esto: ¿Por qué elegir? ¿Qué nos lleva a creer que una anula a la otra?

Sucede, pero no está bien. Confiar en la providencia divina no debe llevarnos a la comodidad y el ocio (2 Pedro 1.8); al mismo tiempo que el esfuerzo y la dedicación no pueden enorgullecernos olvidando que dependemos de Dios (Salmo 127.1) y de manera especial al trabajar en su obra.

El punto principal es reconocer que la providencia divina debe estar presente también en el proceso de planificación desde su inicio.
Como dijimos al principio, el apóstol Pablo es un buen ejemplo de como unir en el desarrollo ministerial estas dos realidades; al leer el libro de Hechos podremos ver en su vida el equilibrio entre la proyección estratégica y la providencia divina.


¿CÓMO PUEDO PROYECTAR EFECTIVAMENTE?

Esta pregunta tiene una respuesta fascinante, pero extensa. Para no abundar en elementos teóricos y en su lugar brindarte una herramienta práctica que puedas comenzar a utilizar desde el momento en que termines de leer este post, vamos a enumerar y explicar brevemente los elementos que mencionamos anteriormente. Con estas fases progresivas podrás proyectar y planificar (aquí son dos conceptos inseparables) de forma simple.

1.-VISIÓN (Hechos 13.1-3): Para proyectar efectivamente tenemos que saber a dónde vamos y quienes somos. La Iglesia del Señor puede hacer muchas cosas, pero tiene una misión que la hace iglesia: Hacer discípulos de Jesús.
Así, entonces, la acción social, el trabajo con niños, asistencia a madres solteras, ayuda para adictos, apoyo escolar, formación política y toda acción realizada como iglesia debe -necesariamente- estar orientada a formar discípulos de Cristo.
Muchas instituciones y organizaciones cuidan de los niños, protegen el medio ambiente, luchan contra el narcotráfico, etc. pero sólo la iglesia tiene un mensaje que salva por la eternidad. Si hacemos aquello sin esto último no somos diferentes, no somos levadura ni sal, no somos iglesia. Visión.

2.- METAS (1 Corintios 9.26): Surgiendo de la visión las metas tienen que servirnos como una especie de señalización en un camino. Las metas no son el fin en sí mismas, pero nos permitirán saber si estamos orientados hacia el cumplimiento del propósito de Dios.
Se cuenta que algunos navegantes solían tomar como referencia las estrellas al lanzarse a la inmensidad del mar. Una estrella indicaba el lugar de dónde habían salido y otra anunciaba el destino al que se dirigían, esta última serían las metas.

Puede ser más de una, pero tiene que estar estrechamente ligada a la visión.

Por ejemplo, si Dios nos llama a trabajar con niños (esa es la visión) podríamos proponernos las siguientes metas:
A) Establecer 6 clases divididas de acuerdo al desarrollo evolutivo de los niños.
B) Contar con 12 maestros (2 por cada clase).
C) Tener entre 25 a 30 niños por clase.

3.- OBJETIVOS (Romanos 15.23-26): Los objetivos estarán alineados a las metas, son intencionales, serán próximos y concretos.
Siguiendo el ejemplo que propusimos antes podríamos pensar los siguientes objetivos:

1) Establecer durante el próximo año 2 clases definidas de acuerdo al desarrollo evolutivo de los niños.
2) Trazar una estrategia para recaudar fondos a fin de construir aulas, o preparar el salón único con un sistema de divisiones, o conseguir una familia que disponga su hogar para brindar allí una clase.
3) Obtener un programa de formación para maestros durante los próximos dos años.
4) Elaborar un mecanismo contextualizado de evangelización para alcanzar a los niños y a sus padres.
5) Armar un programa de contenidos acordes a las capacidades y necesidades de los alumnos, para cubrir durante todo el ciclo.

4.- MÉTODOS (Hechos 17.1-3): Todavía más específicos y concretos que las fases anteriores, los métodos tienen que considerar los usos, las costumbres, la cultura, las capacidades propias, las fortalezas y debilidades del equipo de trabajo, etc.
Pablo tenía una metodología determinada: debatía en las sinagogas. La Iglesia Primitiva tenía un método definido: las reuniones en las casas.
Los métodos nos permiten determinar de manera ordenada cómo vamos a hacer lo que queremos hacer.

En el caso del trabajo con niños y los objetivos planeados sería posible pensar:
a) Usar recursos multimedia para las clases.
b) Disponer de juegos y juguetes para la estimulación de niños con problemas de aprendizaje.
c) Establecer salidas y tareas de ayuda comunitaria para relacionarnos con los barrios a los que queremos alcanzar.
d) Organizar durante el próximo año dos ferias de ropa para las familias de los niños que asisten a la iglesia.
e) Diseñar una campaña de difusión en redes sociales (principalmente Instagram). Una persona tendrá que encargarse exclusivamente de esto.

5.- MEDICIÓN (Hechos 15): No nos referimos a un balance cuantitativo -aunque también puede incluirlo- sino a un análisis de la situación y de los resultados, una auto evaluación con el fin de determinar en qué podemos mejorar y cómo continuaremos a partir de entonces.
En el caso de la Iglesia de los apóstoles la medición tuvo que hacerse por el debate sobre si había que circuncidar o no a los gentiles convertidos; el primer concilio que tuvo lugar en Jerusalén arrojó resultados que sirvieron como regla para la iglesia incluso hasta hoy; pero fue como consecuencia de la medición.
Tiene que ser una actividad contenida en una actitud espiritual, para no caer en el error de medir carnalmente y cometer el pecado en que David incurrió al censar al pueblo. Se ha de llevar a cabo con humildad y con criterios bíblicos.

Para ilustrarlo con el ejemplo que venimos trabajando la medición incluiría los siguientes parámetros:

-¿Cuántos de los pequeños que participan de un evento especial (como la celebración del día del niño, o un programa de Navidad, por ejemplo) sólo asisten a esta actividad y no regresan?
-¿De los que regresan, cuántos niños permanecen hasta el final del año?
-¿Cómo revisamos si están incorporando los principios que enseñamos cada fin de semana?
-¿Cuántos de ellos continúan en el camino del Señor durante y después de la adolescencia?

Está claro que podríamos agregar muchos detalles, pero esto es a modo de ilustración.

Es recomendable que estos pasos se den como congregación, que se definan en reuniones conjuntas donde el liderazgo participe activamente y las ideas sean claras.
Además es bueno que todo quede por escrito.

(En otros post veremos algunas técnicas para compartir la visión con la iglesia de manera clara y eficaz).

La proyección nos ayuda a avanzar de manera segura y enfocada. Evita que improvisemos en asuntos en lo que esto puede ser muy perjudicial y que nos distraigamos con labores que no son esenciales, que además pueden desviarnos.

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